«Pude seguir adelante, “dejar todo en manos de Dios”, como dicen. Y cuando lo hice, las ventanas y las puertas se abrieron de par en par. La luz entró a raudales, una luz que ahuyentó al miedo y eliminó la ira. Lo solté, en verdad lo solté, y fui libre […] la elección fue mía. Podía elegir perdonar o no. Perdoné porque me habían perdonado. Y cuando perdoné llegó la liberación». —La señal
Una crisis nerviosa. Un ataque de pánico en pleno sermón. ¿Quién diría que eso podía pasarle a él? Un hombre de fe tan respetado, tan seguro de sí mismo y de sus palabras. Han tenido que ingresarlo en un pabellón psiquiátrico junto a todos aquellos insensatos a los que alguna vez despreció: pecadores, hipócritas, imperfectos, enfermos… Entre ellos se encuentra Max, un paciente a quien le hará mucho daño, pero que terminará mostrándole que a veces Dios se comunica a través de las personas menos esperadas. Obligado a revisar su pasado y sus propios errores, el pastor deberá enfrentar la prueba más difícil si quiere encontrar el Amor y la Gracia, pero ¿será capaz de dejar ir el dolor?, ¿se dejará sanar?
La señal explora el peligroso viaje de la voluntad humana a través de los parajes más oscuros de la desesperación y la derrota, para dejarse guiar por la esperanza y alcanzar la redención que solo se consigue al rendirse ante Dios y entregarse a su Amor.